JAVIER
FERNANDO ARANDA ORTEGA
INVESTIGADOR
INDEPENDIENTE
artesgraficasjavieraranda@gmail.com
CELULAR
Y WASSAP: 3103044227
El día 10 de diciembre de 2018 recibí una llamada de parte de Nelson leal,
Gobernador de la comunidad ancestros Coya Mana Grande, de Coyaima Tolima.
-
Compa
Javier, vamos a hacer una toma de yagé en la comunidad, usted me podría hacer
un cartel para compartir en WhatsApp, y así invitar a mas compañeros indígenas.?
– me preguntó en gobernador.
-
Claro
que sí, gobierno, cuente con eso. –le conteste.
-
Le
agradezco compa, y los esperamos a usted y a su esposa al medio día en Totarco
Dinde, Para este importante evento-
-
Vamos
a ver si podemos ir. – dije finalmente.
Esa misma tarde cree un aviso usando imágenes artísticas de tomas de yagé y
la información del encuentro. Desde un principio habíamos decidido con mi
esposa, que no íbamos a asistir, pues no teníamos ni el recurso económico ni lo
considerábamos pertinente. “El yage es cosa de respeto” nos dijimos.
Desde que comencé mis indagaciones en el sur del Tolima, una de las cosas
que más me había quedado clara sobre la espiritualidad indígena, es que esta,
así como su cultura, se genera partir del entorno natural, Es decir las
características geográficas propias del territorio, su historia, sus luchas la
flora y la fauna, son las bases en las que ésta se asienta.
“nosotros no ocupamos el yagé porque no está dentro de nuestra cosmogonía,
los Pijaos estamos hechos de tabaco y coca, y esas son nuestras plantas
maestras”. Me había dicho el Mohán Fernando Lozano en una de nuestras charlas.
Con base a esta premisa, era claro para mí, que el yagé dentro del mundo pijao,
no era más que una planta exótica, perteneciente a otras culturas indígenas, y
que estaba muy de moda entre los milenials y personas occidentales en busca de
sicodelia, es decir, gente que quiere darle un barniz chamánico a su afición
lúdica de las drogas.
La semana siguiente a la publicación del anuncio se nos presentó
excepcionalmente difícil: mi esposa recibía llamadas amenazantes, Vecinos nos
calumniaban y creaban discordia entre nosotros, y con la demás familia,
volvieron con más fuerza las pesadillas que yo había venido padeciendo desde
hacía ya 2 años. En un momento de gran desesperanza, mi esposa me recordó que
“algo” nos estaba afectando desde hacia 2 años, y que en ese entonces habíamos
concluido que, ese “algo” no lo podía parar más que un taita del sur de
Colombia. El llamado que nos hacia el yagé, era ineludible, debíamos de asistir
a la ceremonia.
El gobernador Nelson, nos pidió el favor de recoger al taita en El Espinal,
así que nos desviamos hacia el oriente de la vía principal para recogerlo. Nos
hablamos varias veces por celular con “don Rosalino” y nos dijo que aún se demoraba.
Decidimos almorzar en un restaurante chino, nos quedó una buena porción de
arroz, así que la llevamos por si el taita tenía hambre. Finalmente nos
encontramos con el taita en el terminal de El Espinal y emprendimos nuestro
viaje hacia el sur del Tolima. Cuando le
pasamos la porción de arroz al taita este nos dijo con su acento del putumayo:
“muchachos, tenía muchísima hambre, y el hecho de que ustedes hayan tenido
este detalle conmigo, me obliga a comprometerme con su sanación”
El taita Rosalino es un hombre de unos 55 años más o menos, de ojos azules
claros, cabello cano y liso de estilo cepillo, en su arrugado rostro mantiene
permanentemente una sonrisa. Se presentó, nos presentamos y tras terminar de
comer, tomo su guitarra y comenzó a tocarla y a cantar. El ritmo era el típico
de la música campesina del interior de Colombia, toco canciones populares de
despecho, rancheras, y muchas otras canciones las cuales nunca habíamos
escuchado, y otras conocidas a las cuales les cambiaba la letra, por una
picaresca que nos hizo sonrojar un par de veces.
“jóvenes, mi espiritualidad es alegre, por eso se canta y se ríe, yo he
compuesto más de 200 canciones todas son un homenaje a la belleza de la vida.
Hay mucho que celebrar, miren esta hermosa tierra tolimense, como crecen los
árboles y las flores, como sopla el viento, nuestro padre el Sol, ya se está
retirando de su reino. Celebrar y cantar es agradecer a la Pachamama.”
Entre cantos, risas y anécdotas, llegamos al cruce de castilla, donde nos
bajamos del carro para estirar las piernas, comer Almojábanas y Pandeyucas, y
beber una totumada de chicha del tipo “Réusa”. Continuamos hacia Coyaima, y
tras pasar su casco urbano y recoger al gobernador de la comunidad Pijao de
Anamichú, Élver Capera, quien había viajado desde Rioblanco Tolima para asistir
a la ceremonia. tomamos la vía a Ataco y
luego la de los Totarcos.
Unos pocos kilómetros antes de llegar al centro poblado de Totarco Dinde,
el taita pidió que nos detuviéramos. Eran como las 5 y media y el sol estaba aún
muy fuerte en el horizonte. Nos bajamos y tras pasar un alambre de púas nos
acomodamos en una enramada o sanjuanera, en la que la gente del sector deja sus
atados de Hoja de popocho. Luego me pidió que me sentara en una barbacoa de
guadua dándole la espalda al sol, mientras me soplaba tabaco, comenzó a repetir
una diatriba de palabras y oraciones católicas y cofan, me explico que el
tabaco le decía que me estaban haciendo un trabajo, un trabajo de brujería muy
sofisticado, a medida que fumaba me enseñaba sobre la lectura del tabaco.
Cuando hubo terminado me pidió que fuera hacia la cerca, y dándole la cara al
sol rezara un padre nuestro, “pero si yo no soy creyente” me dije, sin embargo,
fui y lo hice, por un instante creí que ya no recordaba la oración, me quede
mirando fijamente al sol y las palabras salieron de mí, sin que mi voluntad
interviniera. Sentía como si cada frase estuviese investida de poder, y como si
todo el rezo estuviera dedicado al Padre Sol, mi mente se llenaba de imágenes
mientras rezaba:
Padre nuestro, Padre
Sol
que estás en
el cielo, el
sol es el astro Rey
santificado
sea tu Nombre; Lulumoy
venga a
nosotros tu reino; la
era del sol, el fin de esta era de oscuridad
hágase tu
voluntad la
ley de origen
en la tierra
como en el cielo. El
sol reina en todo el sistema solar
Danos hoy
nuestro pan de cada día; la luz
del sol hace crecer las cosechas
perdona
nuestras ofensas, contra
la madre tierra
como también
nosotros perdonamos
a los que nos
ofenden;
no nos dejes
caer en la tentación, dejar el
camino del guerrero Pijao por dinero o comodidad
y líbranos del
mal. Amén.