LA IMAGEN DEL PENSAMIENTO de QUINTIN LAME
“Allá en el bosque yo
no conocí compendios de estudios de los recientes y relumbrados pensadores; no
soy de los hombres que han recibido educaciones, magistrales o clásicas, en
todas las ciencias, tanto paganas como cristianas.
Mi pensamiento es el de
un hijo de la selva, que lo vio nacer, que se crio y se educó debajo de ella,
como se educan las aves para cantar, y se preparan los polluelos batiendo su
plumaje para volar. Desafiando el infinito para mañana cruzarlo, muestran entre
sí el semblante del amoroso cariño, macho y hembra, para tomar vuelo y hacer
uso de la sabiduría que la misma Naturaleza nos ha enseñado.”
Por
JAVIER FERNANDO ARANDA ORTEGA
INVESTIGADOR INDEPENDIENTE
artesgraficasjavieraranda@gmail.com
CELULAR Y WASSAP: 3103044227
Videos sobre Quintin Lame:
1. Quintín Lame, como Sol del Amanecer
del pueblo Pijao
“Ninguno de los mecánicos más afamados que ha
producido la naturaleza humana, ha podido suspender el reloj que construyó la
mano eterna. Este reloj vuela sobre la corona del hombre y nunca se atrasa, ni
se adelanta. Es la ley natural, legislada por la sabiduría eterna del que
ordenó el incansable correr de las aguas y el depósito de ellas.”
El “Sol” para los
pueblos del Abya Yala, es un concepto mucho más complejo que solo el astro que
gobierna nuestro sistema solar, además de ser algo físico y material como una
estrella, es el Dios Padre ordenador del mundo, también es una era en el
espacio y el tiempo, y un líder carismático o héroe civilizador
El Sol como Dios Padre
El sol es el dios
Padre, el más valiente y sabio guerrero de entre los dioses, dador de vida y
padre universal, según los Pijaos es quien preña a la madre tierra Ima, y por
tanto todos los seres vivos somos sus hijos, y es él quien ordena el mundo.
De estos dioses el más
milagroso fue el Dios Sol, quien sobrepujó en medio de todos, mandando a un
hombre para que redimiera las aguas. Pues el Dios de las Aguas se había
apoderado de un sinnúmero de habitaciones y cultivos.
Qué diré del
historiador del Bochica que rompe la roca para formar un salto hoy con el
nombre "Tequendama", el que no ha podido desarrollar cómo y por qué
aparece este sabio retrato en la pared de la roca; pues a muchos historiadores
les falta el valor civil y a otros la honradez.
Según el mohán Pijao
Roque Oyola Tao, el viejo Dios Sol de los Pijaos Ta, fue quien retiro las aguas
para poder dar asiento a los espíritus calientes, que volaban errantes desde la
creación. El mito muisca del retiro de las aguas primordiales es más elaborado,
e incluye al héroe solar y civilizador Bochica.
Y qué diré cuando la
Naturaleza de "Muschca", es decir, el dios Sol hizo aparecer dos
sabios mujer y hombre, la mujer para que enseñara a hilar el oro y a cruzarlo,
es decir, a tejerlo, y el hombre para tallar la piedra y hacer jeroglíficos
sobre ella, hacer caras de hombres, de animales y aves también hacer fetiches,
cocodrilos y aves de oro con sus polluelos, cigarras, sapos, lagartijos,
serpientes etc. Dichos escritos no los ha podido destruir la cólera de los
siglos ni las edades han podido acabar los fetiches de barro que prepararon
amasada con leche de árboles, mis antepasados.
Manuel
Quintín en este párrafo nos deja claro de un modo simbólico, la relación y
dinámica entre los héroes civilizadores y el Dios Sol, en este caso vemos como
estos además de héroes civilizadores, son “Pareja Fundante”, Mujer y Hombre. El
Sol los “hizo aparecer”, por tanto son creados directamente por él, y podríamos
asumir que son sus hijos. Las enseñanzas de esta pareja fundante son de un carácter
complejo, ellos enseñan artes superiores como lo son la orfebrería, la
filigrana y el tallado de piedras. Para los mohanes del sur del Tolima, el
tallado en las rocas es un arte de carácter sagrado, para ellos una figura en
una piedra, es una promesa, un contrato, un hechizo, es decir que el Mohán que
talla la piedra y define el diseño, y la comunidad que lo secunda, establecen
un compromiso por siempre con el universo.
El sol, como el tiempo en que
gobierna una civilización.
El concepto amerindio
de Sol es vez una era de tiempo bien definida en un territorio dado, algo así
como una civilización. Generalmente estas eras o “soles” terminan con un
cataclismo natural o político. Pero las eras siempre empiezan de nuevo, el tiempo
es en espiral pues nunca regresa exactamente al mismo lugar, pero en las
civilizaciones siempre hay un amanecer, un medio día y una caída, por eso se
usa el día solar como la mejor analogía. Ejemplo de esto es el Quinto Sol de
los Aztecas, que se refería a la era en la que Mesoamérica estaba bajo su
imperio.
“Así fue el 12 de octubre de 1492, día en que fue
inaugurada y conocida por las naciones de Europa la tierra Wananí, para venir a
ella a perseguirnos y a asesinarnos como a lobos rapaces, sin pensar que esos
lobos son hijos de la Naturaleza, y que los extranjeros no son hijos de la
Naturaleza, sino hijos de piedra. Y porque la piedra es un ser inerte y es la
mansión del fuego.”
Para Quintín la era
cósmica, es decir, el Sol en el que vivimos actualmente, empezó el día 12 de
octubre de 1492, con la llegada de Colon a las islas del Caribe. Al hacer
énfasis continuamente en esa fecha, Quintín enmarca su lucha como parte de la
historia del pueblo indígena tras su caída. Enmarca la fecha en la que el sol
negro de los blancos, se erigió en lo más alto del cielo y así se inició este
nuevo estado de cosas. Una nueva civilización en la que el mundo, ya no se
gobierna por la ley de origen, o ley natural. Pues los hijos de la naturaleza
han sido sometidos y oprimidos, ahora son los hijos de las piedras quienes
dirigen el mundo.
El sol como líder guerrero, héroe
solar y ordenador del mundo.
Esta corte de soberanos
indígenas no fueron hijos de mujer como el “Sinviosa", fundador de los
templos de la divinidad del Sol, y enseñó a los indígenas cómo debían adorar el
Sol; como ayunar; cómo debían vivir el hombre y la mujer; como se debían casar
y quién los debía casar; qué reglamento debía tener la mujer indígena soltera,
casada o viuda; qué castigo se imponía a la mujer soltera que tuviese familia,
y también a la viuda que sin volverse a casar tuviera familia. También dio la
medicina a las madres y a los padres para que disiparan o disminuyeran la
fuerza o brío, cuando la naturaleza ordenara el cumplimiento de su ley al joven
varón o a la joven mujer.
También usan los
pueblos del Abya Yala el término “Sol”, para referirse a una persona muy
eminente y decisoria para su historia. Un sabio, un iluminado, un héroe
cultural, un ordenador del mundo. Un elegido quien al igual que Moisés, da las
leyes y la moral a los hombres los cuáles
generalmente antes de su llegada, viven en un caos de violencia y
oprobio. También es quien enseña a la humanidad la agricultura, el cultivo del
maíz, el tejido y otras artes y ciencias fundamentales para su desarrollo.
Algunos de estos héroes
civilizadores del Abya Yala son Bochica, Huitzilopochtli, K'inich Janaab'
Pakal, Quetzalcóatl, Juan Tama de la estrella, el Mohán Calarcá, la cacica Gaitana.
Túpac Amaru, entre otros. El mejor ejemplo que podemos tener de este tipo de
“Sol - líder” es el emperador Cusi Yupanqui “Pachacutec”, fundador del imperio
Inca, quien impactó tanto su época o era solar, que esta recibió su nombre.
Entre los Pijaos el
concepto de sol del que se tiene noticia en las crónicas de indias, está
reservado a un guerrero con un talento militar fuera de lo común, sin importar
si es amigo o enemigo, de hecho las dos referencias alusivas a este tema que
encontré en las crónicas, se refieren a “Soles” españoles:
"Yo,
Capitán Bocanegra, soy señor de la provincia de Cacataimá, que no entendiendo
estaba en esta tierra, me atreví a lo que he hecho; vuélvete, pues nos has
quitado cuanto traíamos y me has muerto mucha gente; vuélvete, que ya no
podemos más de cansados; conocemos tu valor y que eres hijo del sol e inmortal; yo te aseguro que no volveremos más
sabiendo que estás en estas partes." Noticias
Historiales de Fray Pedro Simón. Libro sobre las
guerras Pijao
En el anterior párrafo
se narra un ataque de la tribu Pijao Cacataimá a Buga, ciudad en la que se
había retirado a pasar su vejez el capitán Diego de Bocanegra (bocanée en
lengua Pijao), tras frustrar el ataque a los caribes y perseguirlos, el Mohán
de Cacataimá llama a bocanegra “hijo del
sol e inmortal”, esto debido al ya legendario y continuo éxito militar del
veterano capitán.
“Al
respecto, resulta pertinente aludir a la obra de Ordóñez de Ceballos, un
funcionario de la Corona que afirmó haberse entrevistado con líderes Pijaos
mientras residió en la ciudad de Popayán a finales del siglo xvi. El oficial
dedicó algunas líneas al temor que los vecinos de Buga producían entre los
indios. Así, Diego de Bocanegra y otro capitán, Hernando Arias de Saavedra,
eran los más temidos por los Pijaos
(169-173). Entre otros señalamientos, Ordóñez de Ceballos afirmó que un
cacique Pijao le dijo que “en todos los españoles no hay otros dos soles como esos”, refiriéndose a la
valentía de los capitanes.”
Lengua
Pijao como lengua franca en las gobernaciones de Popayán y Neiva, siglos
xvi-xvii, Santiago Paredes Cisneros
En el anterior artículo
académico, además de reforzar el concepto de sol que tenían los Pijao, también
se puede observar cómo se forman las leyendas en el mundo indígena. Bocanegra
tras décadas de luchar contra ellos, se había ganado todo su respeto y
veneración hasta el punto de ser conocido, casi por la totalidad de este
pueblo. Bocanée en los cantos e historias de sus ancianos, era algo así como la
cabeza visible del mundo hispánico, una cabeza que además era un héroe
inmortal.
Para el pueblo Pijao,
el éxito militar era “el favor de los
dioses”, compartían la idea de que
el destino es la voluntad de dios. Si se quería un puesto de preminencia en su sociedad,
lo primero que había que ser era buen guerrero, después de esto, que era como
su bachillerato, el Pijao podía ser Mohán o Acaimá, los mohanes se encargaban
del mundo intelectual, religioso, histórico, medicinal, espiritual. Y los
Acaimas eran la nobleza administrativa de la tribu. Sin embargo esta
preeminencia no era en modo alguno ventajosa en el combate, pues el comandante
siempre debía ir al frente, además debía responder, “muchas veces con su vida”,
por el éxito de la operación militar, y por las vidas de los guerreros que le
siguieron.
El título de “hijo del Sol”,
solo se hace válido cuando la vida de un mohán o guerrero ha terminado y su
círculo se ha cerrado, luego el tiempo decide si es un sol o no, dada su
recordación entre el pueblo, y la posterior fabricación de su leyenda. Ejemplo
de esto es el inca Pachacutec, fundador y conquistador del Tahuantinsuyo o
Imperio Inca, de quien tras más de 500 años de su muerte, cada vez se habla más
de él, y se le venera entre los quechuas como ordenador del mundo, al lado de
viracocha.
50 años después de la
muerte de Quintín Lame, su recuerdo se perfila para los Pijaos, como el de un
“hijo del sol”. En el ámbito indígena, Quintín es recordado al mismo nivel que
la Gaitana o Calarcá, de hecho muchos indígenas y personas del común no lo
ubican históricamente, y piensan que vivió en la época de la conquista o la
colonia. Durante más de un siglo Manuel Quintín
no ha podido ser superado, ha sido el indígena más importante de
Colombia, nadie se le ha podido acercar en prestigio, respeto, recordación e
influencia.
El mismo hombre
occidental también intuyó su trascendencia, aun estando él vivo y siendo muy
joven, un famoso expresidente le escribió lo siguiente: “Y yo conservo una carta del
doctor Marco Fidel Suárez, fechada el 11 de agosto de 1912, cuando él era
Ministro de Relaciones Exteriores en Colombia, y que dice: "Señor Quintín
Lame, Cárcel de Popayán. Está Usted en el camino de hacerse muy grande, como se
hicieron otros indígenas en otras tierras. Conserve esa fe personal en todos
sus actos, etc., etc.".
Quintín Lame además fue
un maestro espiritual, que desarrolló un método llamado “La imagen del
pensamiento”, para que cualquier indígena se conecte con la naturaleza y
adquiera su poder. Fue un gran guerrero, levanto un movimiento social llamado
la Quintinada, que se enfrentó al estado y fue seguido por miles de indígenas,
hizo tomas de varios pueblos, y durante un tiempo el cauca estuvo bajo su
control. Fue un reformador, la guerra indígena de resistencia, ya había pasado
de las lanzas y las flechas a las armas de fuego, con Quintín esta guerra paso
al ámbito jurídico y en este ámbito se mantiene aún. Fue un gran abogado, que
siempre gano sus juicios en defensa de sus compañeros indígenas y de sí mismo. Fue
un héroe civilizador, ideo la educación étnica, la legislación propia, la
representación indígena en las altas cámaras, el autogobierno, la idea de un
mundo indígena articulado con el mundo moderno. Construyo escuelas donde enseñó
a leer y escribir a su pueblo, también les enseñó su doctrina, a interpretar y
defenderse con la ley del blanco. Fue un ordenador del mundo, recuperó el gran
Resguardo de Ortega y Chaparral, y fundo una república chiquita de indios con
capital en San José de Indias. Quintín nunca le fallo a la causa, siempre fue fiel y leal a su
pueblo.
El
camino hacia la imagen del pensamiento:
Yo alcancé a conocer
los blancos jardines del mar, y dentro de ellos dormía un ave y ésta era la
imagen de mi mente, Llevóme a conocer el inmenso puente por donde debía pasar
al jardín de las ciencias y conocer el canto de ese pájaro, que se despertó de
los vaivenes que sacuden su larga cabellera de espumas. Por la fe se le oye el
canto, y es el pájaro de la Inmortalidad del alma humana. Mañana, cuando el
hombre exhale su último suspiro, vuela a conocer y cantar en esta mansión que
es la tierra.
Quintín lame nos
presenta a través de sus escritos, una especie de ruta o mapa hacia una
conexión mística con la naturaleza, esta ruta es descrita por él, mediante
anécdotas autobiográficas. A medida que avanza su vida, sus luchas, sus amores,
su conexión mística va evolucionando y haciéndose más fuerte.
El
camino del verdadero llamado de la madre tierra
El
Mohán nace, no se hace.
El Mohán Pijao Fernando
Lozano dice que los Mohanes, (médicos tradicionales y hechiceros) nacen, no se
hacen. Según él, debe haber una clara señal por parte de la naturaleza, que designe
al indígena que debe dedicarse a la mohaneria. Esta señal se da generalmente
durante la niñez. Pero la prueba inequívoca de que un niño es un elegido por la
naturaleza, es su curiosidad insaciable hacia el conocimiento ancestral, una
sensibilidad especial hacia los seres de la naturaleza como animales y plantas,
una sed de aprender sobre mohaneria que nunca se sacia, un respeto profundo por
los antepasados y sus costumbres, un amor y una lealtad absoluta hacia su
pueblo y sus luchas.
En el caso de Quintín,
esta señal o primer encuentro con el gran espíritu se dio a los seis años:
“Había un roble viejo y
corpulento, cultivado por la naturaleza; —y digo por la naturaleza porque sobre
el crecía un jardín de flores de las que los blancos llaman parásitas, y
nosotros los Indígenas, "Chítemas". Sentado sobre este roble en la
edad de seis años, alcancé a contemplar un árbol elevado, con una copa altanera
y orgullosa, que coronaba las vírgenes selvas que me habían visto nacer, tanto
a mí como a mis antepasados. Parecía que saludaba a las omnipotencias, humana y
divina, cuando por el pasaban los cuatro vientos que tiene la tierra. Me llegó
un pensamiento: Así de altas debían quedar mis ideas en la Nación Colombiana,
después de haber bajado del Monte al Valle a defender mi raza indígena
proscrita, perseguida, despreciada, robada, asesinada por los hombres no
indígenas.”
Las enseñanzas del indio que se educó en la selva colombiana. Quintín Lame.
La narración de Quintín
comienza con la composición del escenario, una composición que es de un
carácter simbólico profundo. En este escenario hay dos grandes árboles, un
jardín silvestre de flores Chítemas, los cuatro vientos de la tierra, la selva
que lo vio nacer, es decir un marco natural potente en el que se desarrolla el
momento místico. Comienza describiendo el primer árbol, “un roble viejo”,
símbolo de la ancianidad y la sabiduría sobre la que él se sienta. Este árbol
fue cultivado por la madre naturaleza con flores chitemas o parásitas, ese
cultivo simboliza la libertad, esa libertad que solo es posible cuando la madre
tierra tiene el control, esa libertad que es pureza y belleza.
El segundo árbol que
Quintín observa a lo lejos con admiración, el de la copa altanera que corona la
selva virgen, es el símbolo de sus objetivos y metas futuras, de lo que él
quiere lograr, de la grandeza que le está reservada a él y a su pueblo. Por
tanto Quintín es consciente de su propia existencia desde muy niño, y también
es consciente de que esta vida es una gran y única oportunidad, que no puede
desperdiciar, así adquiere el “propósito”
de su vida, y seguir este camino se
convierte en un acto sagrado que define toda su historia.
El
camino del internamiento en la selva y la observación.
En el Tolima suelen
decir que al que le quieren dar tamal, le guardan y si esta frio le calientan. Esto
piensa la madre naturaleza cuando se trata de uno de sus elegidos, así que ella siguió actuando en el destino de
Quintín, como analizaremos en el siguiente texto de su libro.
“A mí me fue negada la
educación por el Doctor Miguel Campos Cárdenas, porque amenazó severamente
castigar a mi Padre Mariano Lame, razón para que mi padre me diera una dunda de
cascara de ganado, cuando le pedí que me mandara a estudiar a la escuela,
porque había conseguido posada en la casa del señor José Alvino Mosquera y
alimentación como hijo obediente.”
Aquí vemos como el
blanco y su poder opresivo, impiden a Quintín acceder a una educación formal,
también podemos ver el férreo propósito de este güipa de no más de 10 años,
quien por sus propios medios gestionó la posada, y la alimentación necesaria
para llevar acabo sus estudios. En esta
ocasión la madre tierra utiliza al blanco, para cerrarle el camino a Quintín de
la educación formal, empujándolo hacia una revelación mística en medio de la
selva.
Después de darme la
dunda tomé la cuesta y pensé que a las cuatro de la tarde bajaba de la montaña
con el atadero, pero llegué y entré a la montaña, y perdí completamente el
sentido pues en vez de devolverme, continué buscando la vía para devolverme
porque ya había cogido el atadero. Se anocheció y busqué un árbol para dormir
en las celdas o bambas de la cumbre porque sentí movimiento de animales
feroces.
En mis visitas al sur
del Tolima, he visto en varias ocasiones una escena arquetípica: la de un güipa
(niño o niña) corriendo a gran velocidad, descalzo, que huye de su padre, su
madre o su abuela, quien lo persigue con una correa o chancla y difícilmente lo
atrapa. Después el joven se interna en la selva y no regresa a su casa en
varios días. Los viejos de las comunidades recuerdan con picardía, como ellos
también huían de sus padres en su niñez.
En esta ocasión Quintín
es castigado por su padre, lo que hace que se “escape” de su casa y se interne
en la selva, pero pierde el rastro y debe pasar la noche allí solo. Así,
improvisadamente y por casualidad, Quintín inicia su camino para convertirse en
un hombre de conocimiento, ya tenía conciencia plena de su propia existencia y
de su propósito. El paso siguiente era internarse solo, durante varios días en
la selva para observarla en silencio y aprender sus secretos.
Al segundo día me
combatía el hambre, pero encontré muchas frutas de árboles silvestres maduras.
A eso de las diez de la mañana pasaron recogiendo los dueños de las frutas que
eran tres osos reales pero me sintieron y rodearon el árbol donde yo estaba
trepado en la copa, y uno de ellos se preparó en dos patas, y yo me preparé con
el machete en mano para quitarle la cabeza, porque valor si tenía y ese valor
si lo tengo hasta hoy. No es valor jurídico, ni valor civil, sino que es un
valor montés.
Este pasaje me recuerda
la lucha contra el ángel que tuvo el patriarca Jacob, tras de la cual emergió
como un iluminado líder de su pueblo, tanto que le fue cambiado el nombre por el
de “Israel”. También me recuerda “la pelea con el aliado” de Carlos Castaneda,
tras de la cual el Nagual Carlos, se hizo uno con este espíritu y adquirió su
poder. Aquí la madre naturaleza invita a desayunar a Quintín sus mejores
frutas, pero llegan sus dueños, los osos, a correr al intruso de sus terrenos.
Al llamarlos “dueños de las frutas” los osos no son solo animales feroces, sino
que se convierten en espíritus de la selva, equiparándolos al mohán, dueño de
los peces, y a Nabsacadas, dueño del oro. Por tanto estos osos no son para nada
solo animales, son seres espirituales que debe enfrentar el iniciado para
acceder al poder, a la conexión. Un poder que está reservado por los seres
espirituales, solo a los iniciados que demuestren su valentía enfrentándolos y
venciendo
En el árbol se me
presentaron tres niñas que me miraron bañados sus labios de sonrisas y me
hablaron así: Señor esta es la casa del Tesoro de los Humildes. Dijo una
"yo soy la virtud". Habló la segunda y dijo "yo soy el bien
unido con la virtud". Habló la tercera y dijo "yo soy tu esperanza venturosa;
porque una ventura te ha traído a esta casa porque es el Templo del Tesoro de
los Humildes y de la virtud ante todos los hombres de civilización.
Tras enfrentar a los
tres osos y detenerlos, Quintín recibe como premio una visión mística muy
poderosa, en la que se le aparecen tres niñas que son la encarnación de la
virtud, el bien y la esperanza. Estos espíritus femeninos llaman a la selva, “la
casa del Tesoro de los Humildes”, el tesoro es el saber que la
naturaleza encierra, saber que está disponible para cualquier ser humano,
independiente de su condición social. Pero al cual solo se puede acceder con
humildad.
Simplificando esta
colorida y hermosa visión, las niñas representan los dones que le son dados a
Quintín Lame por parte del Gran Espíritu, el Bien, la Virtud y la Esperanza
Venturosa, es decir un futuro de grandes logros.
“Pues la cuna de la Sabiduría está debajo de
crueles montañas escondida, según me lo dijo en sueños aquel indígena que subió
a visitar al Recién Nacido en su cuna de paja.”
Porque la Naturaleza me
ha educado, como educó las aves del bosque solitario, que allí entonan sus
melodiosos cantos y se preparan para construir sabiamente sus casuchitas, sin
maestro.
Para algunos líderes
indígenas y mohanes del sur del Tolima, un paso fundamental en el camino del conocimiento,
es la internación en la selva, esta internación debe hacerse solo, y durante
varios días, sin llevar comida ni agua, solo tabaco y coca. El iniciado debe
recorrer la selva usando las quebradas y los cañones, nunca las vías veredales
ni ningún camino hecho por el hombre, ni actual ni ancestro. Cada vez que lo
sienta su corazón, y encuentre un sitio de especial belleza y poder, el
aprendiz de mohán debe ubicar el sitio por donde amanece, y sentarse en
silencio a observar los colores y formas del mundo, a oír los cantos y voces de
los animales y de las fuerzas naturales, a oler los aromas de la selva, a
sentir la dirección del viento y a mirar de vez en cuando fijamente el sol. En la
noche el iniciado deberá observar atentamente las estrellas, reconocer
claramente los planetas, las constelaciones, la dirección que llevan las estrellas fugases.
Si la noche es de luna llena se deberá fijar la mirada en la luna el mayor
tiempo que sea posible, También deberá relacionar la posición de todos los
astros del cielo, con puntos reconocibles de su territorio.
En el siguiente
fragmento, Quintín Lame hace un magistral compendio de las materias
anteriormente mencionadas:
Todos hablan de sus claustros de
educación, por esta razón yo también debo hablar de los claustros donde me
educo la naturaleza, ese colegio de mi educación es el siguiente:
El primer libro fue el ver cruzar los 4
vientos de la tierra.
El segundo libro fue el contemplar la
mansión del cielo
El tercer libro fue el Ver nacer la
estrella solar en el oriente y verla morir en el ocaso y que así moría el
hombre nacido de mujer.
El cuarto libro fue el contemplar la
sonrisa de todos los jardines, sembrados y cultivados por esa Señorita
Naturaleza, que viste un traje azul y que se corona ella misma de flores
y se perfuma en su tocador interminable.
El quinto libro fue el coro interminable
de cantos.
El sexto libro ese bello jardín de la
zoología montes.
El séptimo libro fue el oír atentamente
esa charla que forman los arroyos de agua en el bosque.
A partir de aquí, Manuel Quintín refiere
las materias más avanzadas de su aprendizaje, incluye conocimientos que adquiere
fuera de la selva, sabe que para un mohán sus relaciones amorosas, son una de
las claves para entender el mundo.
El octavo libro fue el idilio.
El noveno libro fue el verdadero Libro
de los Amores.
El
reglamento armónico que tiene la Naturaleza.
“El décimo libro fue el libro del
reglamento armónico que tiene la Naturaleza en el palacio de sus tres reinos.”
Estas líneas tratan de un conocimiento
más avanzado que el de los anteriores libros. El aprendiz ya ha conocido las
cosas del mundo, y entrado en trato personal con cada una de ellas, ahora es
tiempo de conocer su reglamento armónico, la forma en la
que se relacionan unos elementos con otros, el flujo de energía de todo el
sistema. Pero Quintín no adquiere el conocimiento pensando, lo adquiere
sintiendo el mundo cuando silencia su mente, es como si un bloque pesado de
energía, que es conocimiento y poder a la vez, entrara directamente en su
pecho, y el mundo se hiciera cristalino, y hasta el pensamiento de los insectos
y las serpientes fuera entendible.
“Mirad
su sombra divina dentro del agua y no se suspende el correr de ellas, mirad la
estrella que asoma en el oriente con el nombre de El Sol; mirad ese concierto
de los principales astros que forman el reloj, fijos sobre nuestra corona;
mirad el canto armonioso y dulce que tienen los coros que viven en el bosque;
mirad el reglamento interno del bosque. Porque ahí en ese bosque solitario se
encuentra el libro de la sabiduría; porque ahí está la verdadera poesía, la
verdadera filosofía, la verdadera literatura, porque ahí la Naturaleza tiene un
coro de cantos que son interminables, un coro de filósofos que todos los días
cambian de pensamientos pero nunca saltan las murallas donde está colocado el
Misterio de las leyes sagradas de la Naturaleza.”
Quintín inicia la descripción del
reglamento armónico que tiene la naturaleza, hablando de los astros de la
bóveda celeste y sus ciclos, para después de “puesto el escenario”, seguir con
la descripción de los demás sistemas o
reglamentos. Después hace una descripción espiritual, mágica y poética, de la
forma en la que la naturaleza educa a sus discípulos.
“Las aguas corren consultándose y el
hombre no interpreta la sonrisa y el hablar de ellas cuando pasan por su ruta.
Pasan las brisas, pero el hombre no sabe a dónde va. Estas brisas son
perfumadas unas, porque han pasado por dentro del cáliz de todas las flores del
jardín que cultiva la Naturaleza; otras van perfumadas por el polvo de la
tierra.”
La mayoría de los seres humanos nunca
entran en esta conexión con la naturaleza, por eso en la cultura moderna los
elementos de ésta son solo cosas, bienes materiales susceptibles a compra o
venta. Dado este escenario, los espíritus elementales de la naturaleza, nunca
podrían ser vistos como “maestros”, sabios que tiene la capacidad de educar al
hombre de un modo más profundo.
La ciencia tiene un jardín muy extenso y
pocos son los hombres que lo han mirado aunque, de muy lejos. Pero el indiecito
lo ha mirado de muy cerca, unido con esos discípulos que la Naturaleza ha
criado y cría en el bosque, en esos momentos de charla interminable que tienen
los arroyos de las fuentes; en esos momentos en que ronca el tigre, ruge el
león, silba la serpiente, canta el grillo y la chicharra, gime la paloma torcaz
y cruza el bosque. Es el momento del recreo que esa maestra que es la
Sabiduría, ha ordenado armónicamente a sus discípulos; y después cruzan los
cuatro vientos de la tierra que son los sembradores que tiene la Naturaleza.
El indígena del Abya Yala, es el único
de entre los seres humanos que tiene, y ha tenido acceso a este saber, a esta
enseñanza. Para estos pueblos, la más importante de sus diosas madre es la
naturaleza, y su protección y respeto es
la más sagrada de sus leyes. Quintín nos recrea una escena en una especie de
“Aula mística”, en la que la madre naturaleza, al mejor estilo de una maestra de
primaria, educa tanto al hombre, como a la serpiente, al jaguar, a los
insectos, a las aves, así como a las plantas, ríos y vientos. Por tanto el
Mohán que ha adquirido esta conexión tiene la capacidad de comunicarse,
adquirir conocimiento, y ser ayudado por estos espíritus naturales.
El indio Quintín Lame logró interpretar
el pensamiento de la hormiga y de los varios insectos que cultiva la
Naturaleza. El pensamiento de la hormiga más pequeñuela es el mismo que tiene
el cóndor cuando se está acabando de vestir en la cueva; es el mismo que tienen
los hijos del tigre, y es el mismo que tiene el hijo del hombre. Pues la
hormiga, al desenvolver sus alas y salir de la guarida, no sigue el camino de
las otras, sino que trepa sobre la arena y bate sus alas, desafiando al
infinito, porque se siente potente. Pero al trazar el camino la asalta su
enemigo, y así mismo asalta el error al hombre.
Quintín nos confiesa hasta donde ha
llegado su poder, ese poder que es al mismo tiempo saber y suerte. Él ha
desarrollado una conexión tan poderosa con la Madre Tierra, que le permite
conocer el pensamiento de los insectos, pues él ha viajado espiritualmente a su
mundo y ha hablado con ellos. Se ha hecho cóndor y ha volado libremente por las
cumbres más altas de los andes, también se ha hecho tigre y ha recorrido la
selva a grandes velocidades.
Encuentra el hombre el nido del cóndor
tan bien preparado; encuentra la casuchita de varias aves tan bien construidas;
encuentra una colmena de abejas, con un centinela en la puerta, y así,
armónicamente, se ve arreglado todo. Pues la Naturaleza tiene sus armoniosos
cantos enseñados a los que vienen educados por generaciones, y no por maestros,
como ha aprendido a leer y escribir el blanco, enemigo del indio. Esa
Naturaleza que enseñó a cantar al pájaro y a construir su nido y a conocer los
graneros para poder vivir, graneros que la misma Naturaleza cultiva; la misma
Naturaleza tiene sus cantinas donde van todos esos tunantes a sellar sus labios
y a apoderarse de los frutos y de los perfumes, mientras cruza el aire, que es
el dueño de ellos.
Quintín insiste
en la superioridad del saber indígena con respecto del saber del hombre
occidental, esta superioridad radica en un asunto que a simple vista no parece
fundamental, y es el hecho de que a los blancos los educa el hombre, mientras
que a los indios los educa una diosa. Lo cual genera una radical diferencia
entre los dos sistemas, que deja en desventaja al sistema occidental.
El undécimo libro fue el de la
agricultura y de quienes son dueños de sementeras y labranzas.
El duodécimo fue el libro de la
ganadería montés.
Estos son los libros de mi estudio, pero
no están todos, porque son miles y miles de libros, los que no han podido
copiar aquellos hombres que se chamuscaron los párpados en quince a veinte y
treinta años de estudiar.
Finalmente Manuel Quintín, como hombre
pragmático, habla de los conocimientos necesarios para la economía indígena, la
cual está basada en la tierra. El hombre que busca conexión con la naturaleza,
debe cultivar una chacra y criar animales, observar cómo nace la semilla, como
crece la mata, como pare la yegua, como se pone de pie un potro recién nacido.
Debe conocer los pormenores del campesino, saber cuándo llegan las lluvias y
los vientos, las clases de tierras, cuales son cultivables y cuáles no. Debe
luchar contra las hormigas aprendiendo a pensar como ellas. Así mismo con los
gavilanes, los chuchos, las tayas x y las arañas coya
EL CAMINO DEL AMOR HACIA LA MADRE
NATURALEZA
Porque la Naturaleza me
ha educado, como educó las aves del bosque solitario, que allí entonan sus
melodiosos cantos y se preparan para construir sabiamente sus casuchitas, sin maestro.
Y me cantaban las aves. Y la misma Naturaleza me acariciaba y me regaba con
flores, hojas y gotas de rocío, como cuando recibía el beso maternal de mi
madre, que en paz descanse.
La Reina Ocllo, y su compañera La
Soledad.
Dios, el verdadero
Muschca, dio un idioma, enseñado por Ollo, mujer que apareció para educar mi
raza trescientos años antas del doce de octubre; pero ésta no era hija de
mujer. Fue enviada por la naturaleza para educar mi raza; pues apareció o fue
encontrada en las montañas que forman las costas septentrionales de Méjico.
Esta enseñó a algunas poblaciones indígenas un dialecto y a otras otro, y así
sucesivamente.
Quintín Lame muestra como todas las diosas madre del Abya
Yala son la misma. El mismo ser son la mama Ocllo de los incas, esposa del
primer inca Manco Capác, hijo del sol Inti. La Pachamama, la Ibamacá de los
Pijaos, la Virgen María de los guagáz.
Siempre protectora, siempre maestra, siempre asequible y amorosa. Por
eso usa indiscriminadamente los diferentes nombres, que en las distintas
culturas se le ha dado.
Mientras Quintín Lame
recorre su camino hacia la conexión, siempre está protegido y cuidado por la
gran madre, ésta se convierte en su mejor compañera, la que le habla, la que lo
cuida, la que le enseña, la que lo acaricia. Quintín Lame ama profundamente a
este ser mágico, que es toda la tierra, su biosfera, sus montañas, las cañadas,
la selva, los ríos, y todos los animales y plantas que son sus hijos. Ella es
la Reina que gobierna la tierra y que vive en las montañas.
¿Quién es la reina
dueña del Palacio de la Sabiduría? Es la Naturaleza, la que hace nacer al
hombre y perfecciona la belleza de la mujer. Esta reina está vestida de un
manto azul que nunca se destiñe. Ella misma se corona de flores, ella misma se
corona de blancos azahares, como una novia que muestra su inocencia al pie de
los altares.
Este manto es el cielo
azul que siempre la cubre, es el manto que la viste con gran elegancia pues la
Gran Madre, Madre Tierra, como toda mujer es vanidosa y coqueta, de ahí su
exuberancia y voluptuosidad, siempre esta arreglada y hermosa. El Mohán Quintín
Lame queda extasiado ante tanta belleza. La admiración mística de la belleza
natural, y el amor profundo por esta, son el túnel de energía o cordón
umbilical por el que Quintín accede al poder espiritual del cosmos. En
consonancia con esto, el chamán inca Ñaupany Puma, dice que no hay forma de ir
hasta el viracocha, sino por medio de la Pachamama. Quintín se desvive en
halagos para la Bota Ibamacá, pues a ella como a toda mujer le gusta que la
elogien, que le escriban canciones y poemas, que la pinten, que la acaricien,
que la cuiden, que la amen.
Esta reina tiene un
hermoso libro en su tocador, que ninguno de esos sabios ha podido conocer,
libro que tiene fenómenos desconocidos. La Naturaleza termina con la vida del
hombre en un instante, como también con sus bienes, con sus riquezas, porque
ella tiene elementos muy poderosos contra toda la humanidad.”
Ahora Quintín pone de
presente la dualidad de la Diosa, pues la Madre Naturaleza tiene su lado
aterrador, ella como la diosa que sustenta la vida se manifiesta de modo
cataclismico. El hombre moderno da por hecho que la naturaleza es un campo que
ya conquistó, algo de su propiedad y uso. La diosa solo se ríe con ternura, sus
necios hijos no se dan cuenta que vivimos en sus brazos, y que cuando ella
quiera nos dejará caer.
El cuarto libro fue el
contemplar la sonrisa de todos los jardines, sembrados y cultivados por esa
Señorita Naturaleza, que viste un traje azul y que se corona ella misma de
flores y se perfuma en su tocador interminable. Este jardín es un idilio, que
por sí mismo canta, por sí mismo florece, por sí mismo se perfuma, se cultiva,
renace, abriga de los calores y de los hielos de las estaciones en tiempos que
pasan.
Para Quintín Lame, la
manifestación material de la diosa, es un jardín de flores que se dé silvestre
en medio del monte, lleno de pájaros e insectos. Este es el mayor símbolo de
amor, belleza, sabiduría y libertad.
Porque la Naturaleza me
ha educado, como educó las aves del bosque solitario, que allí entonan sus
melodiosos cantos y se preparan para construir sabiamente sus casuchitas, sin
maestro. Y me cantaban las aves. Y la misma Naturaleza me acariciaba y me
regaba con flores, hojas y gotas de rocío, como cuando recibía el beso maternal
de mi madre, que en paz descanse.
Aquí, Quintín Lame nos
describe un momento místico de gran ternura, pone de manifiesto como son las
caricias de la madre naturaleza. Ella lo rosa con los pétalos de las flores y
con sus hojas, lo unge con el rocío de la mañana, lo acaricia con una brisa
cargada de los aromas de las plantas medicinales. Es tan tierna como su propia madre,
Dolores Chantre, quien para él es la encarnación de la misma Diosa. Quintín
sabe que los momentos místicos como este, cargados de mucho amor y poderosas
sensaciones, momentos en los que su pecho esta cristalino como las aguas de las
altas montañas, son en los que su cuerpo más recibe sabiduría y poder.
En el siguiente
fragmento del libro Relatos de Poder, de Carlos Castaneda, se hace una exelente
exposición de la conexión de amor con la naturaleza.
“El
amor de Genaro es el mundo -decía-. Ahora mismo estaba abrazando esta enorme
tierra, pero siendo tan pequeño, no puede sino nadar en ella. Pero la tierra
sabe que Genaro la ama y por eso lo cuida. Por eso la vida de Genaro está llena
hasta el borde y su estado, dondequiera que él se encuentre, siempre será la
abundancia. Genaro recorre las sendas de su ser amado, y en cualquier sitio que
esté, está completo.
Don
Juan se acuclilló frente a nosotros. Acarició el suelo con gentileza.
-Ésta
es la predilección de dos guerreros -dijo-. Esta tierra, este mundo. Para un
guerrero no puede haber un amor más grande.
Don
Genaro se levantó y vino a acuclillarse junto a don Juan; por un momento ambos
nos escrutaron con fijeza, luego tomaron asiento al unísono, cruzando las
piernas.
-Solamente si uno ama a esta tierra con pasión
inflexible puede uno librarse de la tristeza -dijo don Juan-. Un guerrero
siempre está alegre porque su amor es inalterable y su ser amado, la tierra, lo
abraza y le regala cosas inconcebibles. La tristeza pertenece sólo a esos que
odian al mismo ser que les da asilo.
Don
Juan volvió a acariciar el suelo con ternura.
-Este
ser hermoso, que está vivo hasta sus últimos resquicios y comprende cada
sentimiento, me dio cariño, me curó de mis dolores, y finalmente, cuando
entendí todo mi cariño por él, me enseñó lo que es la libertad.”
Quintín Lame dice que
la gran madre, solo puede educar a sus escogidos acompañada de otros ser
místico llamado soledad. Por esta razón el mohán debe hacer la inmersión en el
monte totalmente solo.
¿Quién es la Soledad?
Es una señorita que acompaña a la Naturaleza y que ambas tomaron la llave para
abrir el Misterio donde debía penetrar el indio
El
Camino del Dolor
“Yo crucé un camino de
abrojos y de espinas, y al continuar este camino me vide obligado a pasar dos
ríos: uno de lágrimas y otro de sangre; y esos dos ríos corrían como los ríos
cristalinos que tiene la naturaleza, pero que arrastran sin cesar arenas; y las
turbias aguas no cesan de correr, llevando la arena.”
A través de la historia
del mundo, todo héroe solar que busque conocimiento debe pagarlo con dolor, con
sangre, con humillación. Sumergirse en el inframundo y salir renovado,
purificado por el fuego. Para nuestros antepasados de todo el continente, el
sacrificio de sangre era indispensable, para todos los asuntos sagrados.
En nuestras culturas
del Abya Yala hay numerosos ejemplos de lo anterior: Quetzalcóatl bajó al
Mictlan (capas de abajo del mundo azteca), para conseguir los huesos preciosos
con los que creo a los mexicas. Los dioses mayas Hunahpú e Ixbalanqué, héroes
gemelos del Popol Vuh, debieron bajar al Xibalbá (inframundo de los mayas) para
jugar a la pelota con los señores de la muerte, pero a pesar de ganar las
pruebas, los gemelos por su propia voluntad se entregan al sacrificio, pues es
la única forma de hacerse dioses. Hasta la Pachamama fue sacrificada por el
dios del fuego. También existen numerosos ejemplos de esto en el mundo
occidental, tal es el caso de Orfeo, Odiseo, Jesucristo.
Al igual que el rey
maya K'inich Janaab' Pakal, quien aportaba la sangre de su pene, para realizar
los rituales necesarios que mantenían el equilibrio de la ciudad maya de
palenque, Manuel Quintín Lame, también hizo su aporte de sangre y dolor, y este
aporte fue parte integral en su camino hacia el conocimiento y la conexión, fue
un paso indispensable sin el cual ninguna espiritualidad es posible.
El poder que gobierna este mundo, se
sintió amenazado ante el inmenso carisma de Quintín Lame, un líder como él tenía
la posibilidad de levantar a todos los indígenas de Colombia, y crear una
república indígena aparte de la de los blancos. Por eso usaron todos sus
recursos para capturarlo y ponerlo tras las rejas, para calumniarlo,
desacreditarlo y humillarlo públicamente. Al igual que con Jesús de Nazaret, el
coloso colombiano o estado, uso a un traidor para capturar a Quintín, pero este
traidor también recibió su merecido, en un hermoso ejemplo de la ley de la
compensación de la que Quintín siempre habló.
Porque el 9 fui capturado en el puente del río "El Cofre"
por una traición que la pagó el Gobierno Conservador en la suma de
cuatrocientos pesos; moneda que le sirvió a Judas Iscariote para comprar un
cuño de hacer monedas de oro, y así como él me vendió a mí así también hubo
quien lo vendiera a él, y lo cogió la justicia infraganti, porque quien a
cuchillo mata a cuchillo muere ; el hombre con el juicio que juzga es juzgado,
y con el decámetro que mide será medido.
Al parecer el hombre blanco se encarnizo en contra de Quintín con el
fin de destruirlo. Lo calumniaron. Lo enjuiciaron injustamente. Obligaron a
indígenas mediante torturas, a dar falso testimonio en su contra. Lo
encarcelaron. Lo golpearon. Intentaron quemarle vivo estando encerrado en su
casa. Le robaron sus bienes y cultivos. Le mandaron hacer maleficios con
brujas. Pero Quintín es un héroe solar y sobrevivió a todos los intentos de
asesinato, sus enemigos envejecieron y murieron antes que él.
Muchos hombres han deseado mi muerte, han intentado contra mi vida;
han buscado la diosa hechicera, y hoy están encorvados y tendidos allá en un
subterráneo. Otros me robaron todos mis bienes y otros me quemaron a puerta
cerrada mis habitaciones. Otros me hurtaron todos mis cultivos fuera de la ley
y la justicia. Las autoridades municipales de Ortega me negaron la razón
violando la ley y la carta fundamental de derecho con el fin de encarcelar la
justicia para que no fuera conmutativa, distributiva y legal en mi favor.
Quintín tenía conciencia plena de su imagen y de su peso histórico. Sabía
que estaba adelantado a su época. Tenía conocimiento de la geopolítica y la
historia, además era un lector consagrado. Contaba entre sus amigos con
intelectuales de la talla de Geraldo Reichel Dolmatoff y Juan Friede, quienes
ampliaron su universo, y él el de ellos, más en unos casos que en otros. Sabía
lo que comentaba la gente de ortega sobre él, como intentaban ridiculizarlo y
ofenderlo, pero también sabía que esas personas, con el paso del tiempo, iban a
ser solo referencias vergonzosas en su biografía.
“En Ortega se me ha mirado y se me mira como a una fiera, porque no
dejo robar ni engañar a mis hermanos indígenas que viven dentro de los terrenos
o resguardos nacionales, pues Ortega es la cueva de los hombres cohechadores,
engañadores y perjuros.”
El pensamiento de Quintín Lame no tenía un carácter solo inmediato, él
pensaba en siglos, siglos atrás, para adquirir el favor de sus antepasados. Siglos
adelante, con el cómo raíz. En su libro Manuel Quintín le grita a las
generaciones futuras que no necesitan del hombre blanco para adquirir su
educación, que ellos mismos deben educarse bajo sus propios términos, los
términos del indio, unos términos de los cuales Quintín ha puesto base con su
libro.
“Yo he sido odiado del blanco, perseguido del blanco, calumniado del
blanco y sindicado falazmente por el blanco. Pero no he necesitado ni he pedido
una lección intelectual, es decir, una clase. Por lo tanto, dejo en concreto
desarrollado mi pensamiento en esta obra, que el blanco la tildará de mil
maneras porque los blancos de los Departamentos de Nariño, Cauca, Valle del
Cauca, Huila y Tolima, son enemigos acérrimos y mortales de la raza indígena.”
En el siguiente párrafo, Manuel Quintín nos deja ver claramente, que
el dolor para él era parte de su aprendizaje, una parte fundamental que ejercía
de catalizador. Era como si el conocimiento fuese un tamal preparado a
conciencia, pero que debe hervir durante horas para adquirir su carácter.
También se ve la fuerte conexión que tiene Quintín con Madre Tierra, ella se
manifiesta con furia al ver a su hijo lastimado y humillado, pero su voz en
forma de truenos, ventisca y tormenta no es en modo alguno, queja ni reclamo.
Es la forma en la que la naturaleza le trasmite un poderoso saber. Un poder que
eleva su alma por encima de las murallas físicas que lo limitan. Un poder que
entra en su cuerpo golpeado y sangrante y lo lleva por el cosmos, a visitar los
ancestros en un pasado remoto. Lo lleva cabalgando por el momento actual, donde
visita el alma de su enemigo, y ve sus intenciones. También le muestra las
cosas que pasaran en el futuro. Él recibe este poder porque ha pagado su precio
de sangre y dolor.
“Fui incomunicado desde el día en que se
me capturó en puente de "El Cofre", por una traición el 9 de mayo
1915. Cayeron las lluvias, soplaron los vientos, los ríos salieron de madre y
dieron con ímpetu contra el edificio. Y allí dentro de la muralla, yo mismo
construí la imagen de mi pensamiento, con mis lágrimas y sangre, que hicieron
verter la envidia y el orgullo del español, llegado el 12 de octubre de 1492,
para hacerse rico en nuestro país, y que nos trató y nos trata hasta hoy como a
bestias de carga.”
Quintín nos da un indicio de la técnica
chamanica de conversar con los rayos, en la que el iniciado se hace primero
“amigo del rayo”, siempre que lo oye le saluda y le pregunta cosas, hasta que
con el paso de los años esta conversación se hace más fluida, pues el aprendiz
reconoce del rayo su duración, su tono, su cantidad, su frecuencia, entonces el
mohán y el rayo se hacen uno solo.
La imagen del
pensamiento la conocí en forma de relámpago, que rompe el soberbio manto de los
dioses de la oscuridad en altas horas de la noche. Yo conocí esta imagen después de once meses
de estar incomunicado en uno de los calabozos de la Penitenciaría de Popayán,
como autor de 18 delitos, creados por célebres inteligencias que tenía aquella
ciudad. Ellas habían ordenado que se me maneara con una barra de acero de 28
libras para que abandonara la imagen de mi pensamiento. Así conoció esta imagen
de mi pensamiento todos los fenómenos y añoranzas que danzaban en el campo
enemigo contra el indiecito.
Quintín nos dice que fue después de más
de un año de estar en el calabozo, maneado con una barra de hierro, torturado y
solo, cuando “construyo la imagen de su pensamiento”.
Su mente se hizo una con el sentir de su pecho o “brújula de la vida del
hombre”. Ahora la conexión mística con la naturaleza era parte de su ser, e
iría con él por todos sus caminos y a todas sus batallas. El iniciado debe ser
consiente que adquirir poder es una lucha constante, el saber o poder para un
mohán no es algo que se posea de por vida, es algo por lo que se pelea a diario o si no se pierde.
El
camino de la utilidad.
Ese jardín que me ha
mostrado la naturaleza humana, me ordena que no debo temer decir la verdad a
ninguno de los hombres, por más blanco que sea, ni que debo ceder a aquellos
que me redujeron en un calabozo en la penitenciaría de la ciudad de Popayán,
durante un año, con una cadena de gruesos eslabones, sin haber sido citado,
oído ni vencido en juicio; y también incomunicado.
Al iniciar este camino Quintín
lame ya no es como los demás seres humanos, ahora es un Mohán que camina sobre
la madre tierra y debajo del Sol. El paso siguiente en la formación de Manuel
Quintín como sabedor, fue el de usar pragmáticamente ese saber místico, que
había adquirido por medio de la internación dentro de la selva, del dolor y la
humillación. En el Abya Yala nunca se ha visto con buenos ojos el fenómeno del
ascetismo, de hecho los monjes y misioneros han sido un cáncer que ha
carcomido, física y espiritualmente a las comunidades indígenas. Para un mohán no tiene sentido que un hombre
iluminado, con poder o conexión, no use este poder en favor de su pueblo y en
una lucha real, y en vez de esto se retire del mundo a vivir en una celda, o solo en una montaña,
que clase de desperdicio es ese?, es la pérdida de tiempo y energía más vil de
todas, pues es como el hombre que prepara la más deliciosa chicha, solo para
dejarla podrir, además permanecer solo durante mucho tiempo es un camino
directo a la locura.
Este pasó engrandece el
alma del mohán, pues regresa a vivir las penalidades y alegrías al lado de los
suyos, a poner al servicio de su comunidad este gran poder espiritual. Pero con
una visión diferente, una visión que hace sentir cada hecho cotidiano, con el
placer cristalino que tiene el ver la inmensidad de cada segundo.
Quintín Lame es
consiente que su misión espiritual es llevar la causa indígena a otro nivel. Usando
la imagen del pensamiento vio que la lucha de su raza era muy a largo plazo,
que llevaría siglos lograr una reivindicación real, lograr la verdadera
libertad y la salvación de la madre tierra. Entonces él supo que debía luchar
contra su enemigo en sus propios términos, enredarlos en su propia soga. Los
blancos habían construido un palacio de palabras leguleyas, lleno de buenas
intenciones, manipulaciones y corrupción. El palacio de la justicia colombiana,
no era una institución que garantizara la justicia de los ciudadanos, era una
institución a la que había que exigirle justicia, casi que arrancársela. Su
pueblo dormía en la ignorancia y por tanto siempre perdía en sus
enfrentamientos legales. Quintín tenía claro que solo quien conociera la ley la
podía exigir, solo quien fuera valiente lograría ver su mecanismo, el cual se
escondía detrás de la “alcurnia” de los aristócratas. El ya no creía ser
inferior a esas personas blancas solo por ser indio.
Ahora yo les pregunto:
¿Por qué la cólera de los siglos no ha podido destruir o borrar esas leyendas,
escritas sobre duras piedras en los lomos de las empinadas cordilleras, y que
marcan los cementerios de nuestra prehistoria? Cementerios que se encuentran
unos en el vientre de la tierra, otra forman el redil de extensas lagunas de
agua, y otros son depósitos de las grandes riquezas de mis antepasados
soberanos, quienes dominaban muchedumbres.
La prehistoria de
nuestros antepasados repercute sus acentos, allá en esa colina donde está
sepultada la casa de la divinidad, según la prehistoria del Bochica, quien
escribió por medio de signos la historia de su padre que era el sol quien
consagraba las ceremonias del dios que tenían nuestros antiguos...
Conocía la prehistoria
de su raza, los logros de sus antepasados soberanos, sabía que entre sus
hermanos de raza habían existido emperadores y reyes, sabios y maestros, y que
los logros de estos eran tan superiores, que el hombre blanco ni siquiera podía
concebir sus técnicas, como en el caso de Sacsayhuamán en el Perú.
Mientras participó en
la guerra de los mil días, tuvo la oportunidad de tratar con oficiales
letrados, algunos de ellos abogados. Quintín no perdía oportunidad para
preguntar sobre la esencia del derecho, sobre sus partes y componentes, sobre
su Reglamento Armónico. En varias ocasiones
los militares saciaron su curiosidad, le explicaron con paciencia lo que
más se pudiera entre batalla y batalla. Quintín usaba la imagen del pensamiento
como un método de aprendizaje, un método que consistía en encontrar el
“Reglamento Armónico” de cada materia, entenderlo claramente para luego a
partir de allí, recorrer en espiral los entresijos y vericuetos más complejos
del tema.
La jurisprudencia que
yo aprendí fue enseñada allá en esos campos de lucha donde me acompañaba esa
imagen que iba alzando el vuelo, de imagen en imagen, y yo la miraba hoy más
bella que ayer e imaginé, que mañana sería más bella que hoy, y que la
sabiduría del hombre debía ser más exacta para coger las flores de la Ciencia
dentro de ese jardín que cultivó el primer hombre y la primera mujer. Porque el
día de mañana el hombre será más sabio que ayer y mañana será más sabio que
hoy.
Quintín se tenía en tan
alta estima que se igualaba no solo con los abogados en general, sino con los
senadores. Estaba muy orgulloso de su educación espiritual en la selva,
consideraba a su Alma Mater una de mejor prestigio que cualquiera otra. Una de
las primeras cosas que noto Quintín del derecho, fue que el sentimiento de
inferioridad y la ignorancia, a la que había sido sometido su pueblo, eran en
sí mismo una desventaja jurídica. Pues por timidez y falta de conocimiento, los
indígenas se sometían sin chistar a las decisiones de terratenientes, alcaldes
y jueces municipales, los cuales actuaban como reyezuelos en sus
jurisdicciones, imponiendo sus caprichos, odios, actos de corrupción y cohechos
como ley. Pero Quintín no tenía miedo, no se sentía inferior a ningún blanco, y
por el contrario rebozaba de orgullo por su raza. También conocía sus derechos
como ciudadano de Colombia, y la estructura de la rama judicial, sus instancias
y la subordinación de todas las leyes a la constitución nacional. Por esta
razón, y a pesar de las amenazas de las autoridades municipales, siempre
dirigía sus memorandos de defensa y demanda a las altas cortes. Basaba sus
alegatos jurídicos en la constitución Nacional y en las leyes de la República,
nunca en ordenanzas ni acuerdos. En otras palabras Quintín siempre negociaba
con el dueño del circo, mientras que sus hermanos indígenas se dejaban oprimir
por los payasos.
Por eso la civilización
mía es montes. Razón para haberle pedido al defensor de la Soberanía Nacional
Colombiana que es el Senado de la República en una carta que yo le dirigí como
abogado que recibí mi educación debajo de las selvas, al doctor abogado que
había recibido su educación en las universidades blancas, para que diéramos un
grito en defensa de la verdad y de la Justicia a fin de que fuera conmutativa
distributiva y legal en Colombia, en defensa de los esclavos indígenas,
absolutos dueños y señores de la Tierra Wananí, hoy con el nombre de Colombia.
La siguiente historia
narrada por Quintín sucede dentro de la cárcel de Popayán, en ella Quintín nos
da un ejemplo magistral del uso práctico de su conexión espiritual, o imagen
del pensamiento, también nos habla de la brújula de la vida del hombre, o
“sentir del mohán”, algo muy parecido a lo que en occidente se llama instinto.
“Un fiscal entró al
recinto de la cárcel de procesados de Popayán unido con el suplente fiscal, me
llamaron a solas para preguntarme cómo y en qué forma iba a principiar mi defensa
para ayudarme, diciéndome "que ellos no tenían tierras que defender,
etc." pero yo inmediatamente interpreté la jugada de éstos y antes de
contestarles les pregunté, y ustedes también me van a decir ¿por dónde me van a
acusar? — Contestaron: ""nosotros no lo acusamos, vamos es a
defenderlo, etc., etc.". Pero yo al conocer a este par de jóvenes que me
hablaban con sus labios bañados de sonrisa, se me presentó inmediatamente esa
Reina que me había consolado allá en el bosque, allá en la cárcel, allá en el
calabozo cuando estuve un año incomunicado, arrastrando una barra de grillos de
veintiocho libras, dentro del calabozo de la Penitenciaría de Popayán,
cumpliéndose la orden de los ya antes citados aristócratas Payaneses. ¿Y cuál
era esta reina? Pues era la imagen de mi pensamiento que se había engendrado en
esa profunda y extensa pradera de mi cuerpo y alma, y que moraba dentro del
santuario de mi corazón, que es la brújula de la vida del hombre, brújula que
me encaminó para cruzar caudalosos ríos y anchos caminos.”
El espejo que nunca se enveta.
Al padre de familia
indígena que le nazca un niño dotado de inteligencia, debe conseguir la
presente obra, para que le sirva a ese joven de espejo que nunca se le enveta,
en medio de las pirámides de hielo y de calor, producidas por las aves de
rapiña de nuestros enemigos, las que no prevalecerán.
Manuel Quintín Lame
Chantre, el Apóstol de su raza, ya ha recorrido los cuatro caminos hacia la
conexión con la Madre Naturaleza. Ha sido llamado y elegido por ella desde su
niñez, ha sido internado solo en la selva, y se ha dedicado a la observación de
su reglamento armónico, ha desarrollado un amor profundo, una admiración
mística de su belleza, ha cruzado los ríos de lágrimas y sangre, ha puesto al
servicio de su gente su poder. Por tanto a estas alturas Quintín ha adquirido
“conciencia del acto”, sabe que de su
vida y obra se hablará durante siglos, por eso él cuida de cada interacción en
su vida, de cada palabra, cada mirada. Cuida de todas estas cosas, como cuando
el pintor compone su obra, como cuando el poeta acomoda grácilmente cada frase
y cada rima. Ahora vive como el actor y escritor de su propia epopeya. Sus
luchas, sus amores, sus viajes, sus libros, todos hacen parte esencial en su
mito. Su misma vida se convierte en un mensaje, un ejemplo, un saber que
quedara para siempre en la gran laguna, en la capa más profunda del mundo.
El hombre tiene dos espíritus porque tiene dos almas. Un alma humana y
dentro de ella la otra llamada "El Alma Espiritual del Hombre", que
es el alma para Dios.
El alma humana se conoce, pero el alma espiritual es invisible y nadie
la conoce. ¿Y cómo así? Mirando los rayos del sol a las 5 y media de la mañana,
anuncia su venida con extraordinaria belleza, tiñendo las nubes y el mismo
infinito con una púrpura celeste, que consuela al caminante, que conduce su
cuerpo a la cuita y la faena del día; momentos en que se prepara ese coro
universal, de cantos armoniosos que tiene la naturaleza, para que estalle cada
uno de esos cantos con sus estrofas especiales.
¿Y cómo sale? Sale como sale la espada del guerrero de la vaina, y esa
vaina es el alma humana. Pero si ese guerrero ha dejado de cuidar la espada y
la presenta manchada, no es reputado como buen guerrero. Así es el alma
espiritual del hombre, que manchada no puede presentarse ante el Tribunal de la
Justicia Divina.
“Aquí tenéis hermanos
indígenas el espejo que nunca se enveta, porque lo dicho es la verdad, y nada
más que la verdad.”
El alma humana es para Quintín Lame su experiencia vital, la energía que
se mueve por la vida y que es perecedera. Es decir que el alma humana es como
una estrella fugaz, como una brizna que salta del fogón e inmediatamente se
apaga. Pero esta brizna contiene algo más grande: "El Alma Espiritual del Hombre”,
la cual es eterna y se mantiene en el mundo aún tras la muerte, se compone de
nuestra leyenda. Y es de ese tipo de leyendas que sobrepasan los siglos y las
eras, pues está formada solo de hechos que afectan el cosmos.
La analogía perfecta para describir esta "Alma Espiritual del Hombre”,
es la espada del guerrero que siempre debe estar en perfecto estado, tanto
mientras este está combatiendo, como cuando pasa por una revista. Por tanto un
mohán debe cuidar de sus actos y prestigio, para que cuando la historia le pida
cuentas, entregue su alma como un espejo que nunca se enveta. Pues este espejo
es el único y más valioso legado que el mohán puede dejar a su pueblo, para que
las generaciones futuras usen este ejemplo como base, sobre el cual cimentarán
la siguiente fase evolutiva.
La conexión mística del Indígena
con la naturaleza.
“Y cuál era esa reina,
pues era la imagen de mi pensamiento que se había engendrado en esa profunda y
extensa pradera de mi cuerpo y alma, y que moraba dentro del santuario de mi
corazón, que es la brújula de la vida del hombre, brújula que me encaminó para
cruzar caudalosos ríos y anchos caminos.”
Para Quintín Lame esta
conexión es al mismo tiempo Belleza, Conocimiento y Poder Espiritual, o en
otros términos “energía potente”. Este poder se manifiesta en el caso de
Quintín lame, en su inmensa suerte, ya que él se declaró rebelde ante el
gobierno central, y debido a esto fue el hombre más buscado de los
departamentos de Cauca, Tolima y Huila, en plena violencia partidista del siglo
XX. Sin embargo él sobrevivió indemne. Este poder le permitió llegar a los 86
años con buena salud, educando a sus discípulos de Ortega, dirigiendo
memorandos a la Corte Suprema de Justicia, escribiendo su pensamiento, y
valiéndose por sí mismo hasta el último día de su vida.
Cada vez que huía, o
necesitaba pasar de un departamento a otro, evadiendo las autoridades, usaba el
poder espiritual que le daba la conexión con la naturaleza, para encontrar las
líneas de energía de la tierra, y así caminar muchos kilómetros sin cansancio y
sin ser detectado. Estar cargado de esta energía le permitió a Manuel Quintín,
que las balas le evitaran en las cientos de veces que le dispararon, también
tener una especie de “salvación milagrosa” cuando le quemaron su casa estando
él encerrado dentro. “me quemaron a puerta cerrada mis
habitaciones.” Cuenta Quintín en su libro.
Yo había conocido el
jardín de la ciencia, que estaba guardado por una colmena, donde han nacido y
nacen las abejas de oro, que se van paseando y se pasean sobre las flores de la
ciencia, y de la imaginación del indiecito, allá en ese bosque, acompañado de
la soledad; allá en el calabozo, acompañado de la imaginación; allá en el
panóptico, acompañado de la fe y de la caridad en favor de mis compañeros
presos, que lloraban, pero yo los consolé.
También lo usaba para
“sentir el mundo” cada momento de su vida, por medio de una fuerte sensación en
su pecho o intuición, la cual él describía como la “brújula de la vida del
hombre.” Por medio de esta brújula Quintín detectaba el peligro, sabía
si venia un enemigo, sabía si era la hora de irse o la hora de quedarse, sabía
si era este camino o el otro el que debía tomar. Intuición verdaderamente
fundamental debido a que su actividad política fue perseguida por el blanco.
mis antepasados
soberanos, quienes elevaron holocaustos al Dios Sol; y este Dios les concedía
todo, todo.
Aquí
Quintín Lame nos habla de la Mohanería solar, de la cual he encontrado
vestigios entre los Pijaos del sur del Tolima. El señor Dagoberto Cuevas,
vecino del casco urbano del municipio de Coyaima Tolima, es conocido por ser un
practicante asiduo de ésta técnica, la cual consiste en quedarse mirando
fijamente el sol, hasta que éste lo lleva según él, a “otras capas del mundo de
arriba”, y estando allí, todas las peticiones que le haga al Padre sol le son
concedidas, (y
este Dios les concedía todo, todo.). (Los Mohanes de la EMAPI (Escuela de Médicos
Ancestrales Pijaos), hacen rituales en los que orientan sus manos y ojos hacia el
sol, con el fin de según sus propias palabras, “adquirir ese poder”. El chamán
Inca Ñaupany Puma, es en mi concepto la persona que más ha desarrollado la
técnica de mirar el sol, dice que la clave está en ir aumentando gradualmente
el tiempo que se mira
En
el mundo occidental cristiano se tiene una vaga noción del poder que se
adquiere con la Mohanería solar, es común oír a los curas y predicadores
diciendo que mirar a dios, es como mirar al Sol. A su vez parece que supieran
del poder que se adquiere al mirarlo, pues siempre han prohibido el realizar ésta
técnica, por los daños que puede causar en los ojos.
EL INDIO
COLOMBIANO RECUPERARÁ SU TRONO"
Esperanza
venturosa sobre el futuro de la raza indígena.
“Una columna formada de indígenas se levantará el
día de mañana para reivindicar sus derechos, como reivindicó Dios la humanidad,
es decir, la rescató de la tiranía del demonio; así rescatará la raza indígena
sus derechos en Colombia y quedará el blanco de arrendatario del indígena, de
esos indígenas que duermen todavía allá en el pensamiento de Dios, motivo al
odio y la mala administración de justicia y envidia del blanco contra el
indígena.”
“Cien años antes del 12
de Octubre el indio Güelpa en una reunión de sabios en el templo de Cacharpa,
lugar donde se elevan holocaustos al sol como dios misericordioso, después de
haber cantado tres veces el himno al sol se suscitó una disputa; después de
todo llamó la atención Cacharpa, y le anunció a todo el Sanedrín en palabras
lentas en el dialecto indígena que muy pronto quedarían los sabios y los
soberanos en manos de Guagáz. Pasaron los tiempos y con ellos las guerras entre
los soberanos indígenas quienes se disputaban riberas, praderas o campos de
dominio, y se despedazaban unos con otros con lanzas de madera, flechas y
bodoqueras envenenadas, el veneno sacado de plantas vegetales.”
Quintín nos describe
una escena del pasado prehispánico, en la cual hace énfasis en la supremacía
del sol como dios principal, y del poder premonitorio y profético de los
sacerdotes solares.
Para Quintín lame, los ciclos del cosmos son una
materia entendida. Su conexión en momentos místicos, lo ha llevado a ver como gira
la galaxia, este conocimiento le permite tener visiones sobre los
acontecimientos futuros. Ve por medio de la imagen del pensamiento que todo es
una gran marea de energía, ve como las partes del todo se compensan y
descompensan, ve como las zonas del cosmos se cargan y se descargan, ve la
entropía que hace fluir la energía de las capas calientes a las capas frías del
mundo. A todo esto Quintín llama La Ley de la compensación.
Sabe que los ciclos de ascenso, culmen, y caída
son inexorables para cualquier ser humano, para cualquier comunidad y
civilización. También sabe, como buen estratega militar que es, que hay actos
que incrementan la energía y actos que la debilitan, que hay caminos que llevan
a los pueblos a su grandeza, y otros a su ruina. Sabe que un pueblo
desconectado de La Madre Tierra como lo es el pueblo guagáz, no es viable a
largo plazo. Y que por mucho que su poder parezca colosal, omnipotente y
eterno, esto no es más que una ilusión. La ilusión que nos da vivir solo un
minúsculo instante, de la eterna danza de las eras o soles.
“Pero el indígena que interprete el pensamiento
de esta obra se levantará con la facilidad más exacta para hacerle frente al
"Coloso de Colombia'' y reconquistar sus dominios, en la forma que yo
reconquisté los Resguardos de Indígenas de Ortega y parte del Chaparral en el
Departamento del Tolima.”
Quintín ya ha logrado darle la vuelta al mundo, ha
logrado lo imposible al recuperar el gran Resguardo de Ortega y Chaparral. Ahora
es tiempo de prever el mañana, debe ocuparse de inspirar a las generaciones
futuras con sus logros, debe enseñarles el camino a seguir.
“Por esto
el corazón del blanco es la mansión de la envidia y persecución contra el pobre
indígena ignorante, y abusa de su ignorancia debilidad. Pero el débil exabrupto
presenta hoy una obra que se llama: "La Caída del Coloso Colombiano".
Y por medio de la fe que dejo escrita en este libro se levantara un puñado de
hombres indígenas el día de mañana y tomará los pupitres, las tribunas, las
entradas, porque la inteligencia de la raza indígena supera extraordinariamente
a la inteligencia del blanco, Por medio de una fé muy alta en la forma
establecida y demostrada en esta obra.”
Pues el blanco es
enemigo acérrimo del indígena que no golpea la puerta del engaño ; que no
quiere las promesas, que no le vende barato ; lo mismo que el empleado público
se une con el capitalista latifundista y el abogado para hacerle perder la
Finca al indígena, el semoviente etc.
“Pero hoy ni siquiera
se encuentra en Colombia una estatua de un Atahualpa, o de un Bochica como se encuentran
en las demás Repúblicas hermanas; porque Colombia ha sido y es la mansión del
odio y la envidia contra el indígena.”
Quintín piensa que el hombre blanco no debería de
ensañarse tanto con el indio, él se pregunta, de donde tanto odio hacia nosotros?.
Su raciocinio le dice que nadie odia así de apasionadamente, sin un motivo
psicológico muy profundo. Su intuición le permite ver que el occidental es un
ser incompleto, un mal hijo que niega a su madre, que la ataca y la ofende a
cada ocasión, esto le causa un vacío en su pecho que nunca puede llenar, un
vacío en la zona de su alma que debería estar conectada con la gran madre.
La madre tierra es un gran organismo viviente,
del que todos los humanos somos células, pero el guagáz, al no respetar su reglamento
armónico, se convierte en enfermedad. Los guagáz son células cancerosas que se
reproducen como una plaga destruyendo todo a su paso, células oncológicas que forman
grandes tumores en el cuerpo de la Gran Madre llamadas ciudades. Por tanto las
almas de los blancos nunca están en armonía, lo cual hace de su existir un
constante sufrimiento, una ansiedad que nunca para, y una sensación de vacío que
les hiere como un punzón en el pecho. Estas almas notan claramente el brillo
saludable del alma indígena, la cual no sufre de estos males a pesar de las
privaciones a las que es sometida, esto les genera una profunda envidia que se
trasforma en odio y violencia.
Qué diré de la vida heroica del indígena, en
medio de la sublime obscuridad de la
ignorancia? Yo con un pensamiento
reverente día por día he criado o renovado un sacrificio allá en el silencio,
para cumplir un ideal a la gratitud de mis hermanos indígenas que ignoran.
Los líderes indígenas de nuestro tiempo son
auténticos héroes para Quintín, pues les tocó pasar por la era más oscura de su
historia. No solo por estar bajo el yugo del blanco, sino por la ignorancia tan
grande a la que ha sido sometido su pueblo, la cual sume el pensamiento
indígena en la oscuridad.
La experiencia tiene
dos poderosos muros, el uno es visible y el otro es invisible, muros que me han
servido de trincheras poderosas para favorecerme de la metralla de mi enemigo
en el campo de encarnizados combates en lo material, en lo civil y en lo moral
; pero para esto se necesita tener una memoria feliz y única ; el primer muro
es donde están depositadas todas las acciones que le danzaron al hombre desde
el momento en que tuvo uso de razón, como el indígena que nunca se' olvida del
blanco que le pegó a su padre de obra y ultrajó de palabra a su hermano, o a su
esposa ; él no dice nada, pero en el interior conserva el pensamiento del gallo
de pelea y se venga haciéndole salir una úlcera, que dicen en su lenguaje
algunas personas maleficio.
El indígena nunca se
olvida del blanco que pegó a su padre de obra, y ultrajó de palabra a él, a su
hermano o a su esposa. Porque para el indígena, reglamentado su pensamiento por
medio de las leyes de la Naturaleza, todo hecho es imborrable y cada día marca
en su corazón un recuerdo, como el reloj marca las horas. Porque ni las cosas
pasadas pasan, ni las futuras se olvidan.
La deuda que ha
acumulado y está acumulando el guagáz con el pueblo indígena, crece y crece, y
hace mucho tiempo que se hizo impagable. Pero el pueblo indígena es un pueblo
guerrero que recuerda cada ofensa y debe defender su honor. Este pueblo no solo
hace la guerra de forma violenta, ellos usan poderes místicos, saberes de sus
antepasados contra los cuales los blancos no pueden defenderse.
"El hijo de una indígena se sentará sobre el trono"
“Así por así señores jefes del poder judicial,
ejecutivo y legislativo etc., cambiará en poco tiempo el derecho de ustedes,
porque un mendigo que es el hijo de la huérfana indígena, se sentará sobre el
trono de nuestra reivindicación social, con su cetro de inteligencia con que la
naturaleza humana le ha dotado¨”
Quintín Lame Prevé el
advenimiento de un Sol Indígena, un poderoso rey que librará la batalla final
contra el cáncer de la tierra, es decir la civilización occidental. Vencerá y
obligará a todos los guagáz a limpiar los ríos, los valles y las montañas. La
única razón para que el guagáz siga existiendo, será para ser obligado de por
vida a reparar los daños que a la madre naturaleza ha hecho.
El hombre rico, engreído en medio del orgullo
satánico dice que su derecho es estable y que permanecerá. Pero ya oímos los
pobres infelices la carcajada de ese enemigo, que reducirá los inmortales
imperios de la orgullosa y malévola civilización a una sacristía, porque todos
los fusiles, las ametralladoras y los cañones quedarán mudos, y los soldados
esperando la voz de aliento de los generales ya ahogada en sus gargantas,
porque así ha sucedido y sucederá, porque el hijo de la mujer indígena no vino
al mundo por los grandes ricos, sino fue por nosotros los pobres infelices.
La estrategia militar del organigrama, de la
manipulación de la cadena de mando, de la eliminación del liderazgo enemigo,
serán fundamentales para lograr la victoria final.
Así pues he llegado lentamente a contemplar en
medio de dicha obscuridad lo que debe ser mañana el hombre indígena, quien
tiene derecho a manejar todos los destinos de la humanidad, porque donde tiene
la cabeza el blanco la tiene el indio, y así sucesivamente toda la armadura;
pues el hombre se humilla es ante el motivo, pero no ante otro hombre porque
éste tenga un rostro blanco.
Quintín está seguro de
la victoria a largo plazo, sabe que el mañana le pertenece a los hijos de la
madre tierra, que finalmente el coloso colombiano caerá, y sobre sus cenizas se
impondrá la ley de origen. Ve un futuro en el que su pueblo erige ciudades de
piedra colosales, pero que no hacen ningún daño a la tierra, ve como la
economía mundial se vuelve permacultura. Ve como las riendas de la humanidad,
pasan a manos indígenas como la única forma de preservar la vida sobre la
tierra. Pues es el pueblo del
Abya Yala, el único que lleva en su cosmogonía y espiritualidad la clave del
futuro.
BIBLIOGRAFIA:
En
defensa de mi raza, Manuel Quintín Lame Chantre (todos los textos en negrita y
cursiva)
Noticias
Historiales de Fray Pedro Simón
Relatos
de Poder, Carlos Castaneda
Articulo:
Lengua
Pijao como lengua franca en las gobernaciones de Popayán y Neiva, siglos
xvi-xvii, Santiago Paredes Cisneros
Conversaciones
con el mohán Fernando Lozano G. de Coyaima Tolima.
Entrevista
del Mohán Roque Oyola Tao. Aparecida en la serie Cosmogonías de Pedro Pablo
Tatay